17.10.06

Grizzly Man de Werner Herzog

Dirección y guión: Werner Herzog
País: USA
Año: 2005
Duración: 104 min
Producción: Erik Nelson
Fotografía: Peter Zeitlinger
Montaje: Joe Bini
Música: Richard Thompson

El norteamericano Timothy Treadwell, amante y estudioso amateur de los osos grizzly, convivió con estos feroces animales durante trece veranos. Convencido de ser el único protector de estos seres que, a sus ojos, representaban la expresión prefecta de la vida, no dudaría en acampar en sus territorios y omitir constantemente la ley que prohíbe acercárseles a menos de 90 metros. Convertido en una celebridad a raíz de sus numerosas visitas a escuelas y sus apariciones televisivas se ganaría la enemistad de investigadores y biólogos, y sería visto por muchos como un enajenado obsesionado en una arriesgada e incomprensible labor altruista. Las críticas no doblegaron la voluntad de Timothy que en sus últimas cinco expediciones se llevaría consigo una cámara de video para grabar sus aventuras e inmortalizar su experiencia vital. En octubre de 2003, las peores expectativas se cumplirían: Timothy y Amie Huguenard, su novia y acompañante ocasional, serían despedazados y devorados por un gran oso grizzly. Su muerte no sorprendería a casi nadie e incluso un sector de la derecha política la tacharía, con escalofriante cinismo, de “muerte típica de un demócrata”.

Diametralmente opuesta sería la actitud de Werner Herzog quien, desde una perspectiva respetuosa, intuiría en la historia del hombre grizzly un drama latente, una dimensión desconocida por la mayoría. A través de material seleccionado de las cerca de 90 horas rodadas por Treadwell y de entrevistas a sus allegados, el cineasta alemán construye un retrato íntimo del protagonista y destapa los antiguos fantasmas que regían su vida: adolescente apuesto y deportista con un futuro prometedor, el joven Timothy descubrió la mala vida en la universidad. Tras flirteos con las drogas e incubando un incipiente alcoholismo, decidiría dar un vuelco a su vida y ser actor. Sin embargo, tras ser rechazado para un papel en la serie Cheers, caería en un espiral de profundas depresiones y autodestrucción. Siendo su vida un sinfín de promesas no cumplidas, sintió de nuevo la necesidad de reinventarse. Es al mirar hacia atrás en busca de cobijo cuando recordará su rosebud personal, la afición a los osos de peluche, que despertará en él la desmesurada pasión por los osos grizzly. Timothy se apartará de la sociedad y se refugiará en las reservas naturales de Alaska donde forjará un mundo ideal al lado de los osos (a sus ojos, encarnación de la bondad). Treadwell se autonombrará guardián de este mundo armónico y sencillo, y un inexistente cazador furtivo, representante de la civilización que lo rehuyó, será su único enemigo. Su atormentado espíritu encontrará momentáneamente la paz en esta idealizada naturaleza y su cámara la intentará embalsamar. Sin embargo, este mundo utópico no tardará en resquebrajarse.
Werner Herzog, quien ha otorgado un importante papela a la naturaleza, tanto en su vida como en su obra, y ha hablado de la sensibilidad new age y el esoterismo como enfermedades de la civilización, aprovecha el material rodado por Treadwell para exponer sus ideas sobre la relación entre el hombre y el mundo. De este modo, la bondadosa naturaleza mostrada en los bellos retratos paisajísticos y los simpáticos planos de los osos que, acompañados de unas agradables notas de guitarra, inician el film, se evidenciarán como resultado de una confusa proyección humana al ser enfrentadas a las tomas falsas, al material que Treadwell hubiese rechazado en un montaje sobre su mundo ideal. La mirada amable que ve él en los osos y que le conduce a hablar con ellos como si de seres humanos se tratara, se desvanecerá cuando tope con los restos mortales de un osezno que ha sido devorado por un macho adulto. La visión idealizada del protagonista, que incluso llegará a adorar las heces osunas, se entroncará con la violencia y el caos natural. La trágica muerte bajo las garras de sus queridos osos corroborará que el mundo de Timothy no se correspondía con la indiferente (caótica, inhumana…) realidad, que el lugar que había encontrado a su medida tan solo existía en sus películas.
De mano de Herzog, el loco de Timothy Treadwell se convierte en un bondadoso personaje capaz de ganarse el afecto del espectador. Vapuleado por la civilización, su obcecada lucha por una empresa destinada al fracaso se convierte en un emotivo reflejo del combate del hombre contra el absurdo existencial, contra el vacío. Werner Herzog hace trascender las bellas imágenes del aprendiz de documentalista, convirtiendo lo que en principio se nos antojó como una historia delirante y sin sentido en un conmovedor discurso. Siempre respetuoso, como lo corrobora la escena en la que pide que se destruya la cinta que registra los gritos de Timothy y Amie siendo devorados (material de valor incalculable para un documentalista sin escrúpulos), Herzog deja de lado el morbo para centrar la atención en la naturaleza pasional y guerrera que caracteriza a Treadwell hermanándole con otros personajes del universo del cineasta como Fitzcarraldo o Lope de Aguirre. Sobrepasando la mera curiosidad, el director alemán hace suyas las imágenes del hombre grizzly para presentar, sin tapujos, su visión particular del mundo; devolviendo el cine, de este modo, al lugar que mejor le sienta: un lugar poético entre el lenguaje y la realidad desde el que es posible explorar la contradictoria naturaleza humana.
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Segur que es recordara com una de les millors pelis de la decada. Anims, a veure si agafes bon ritme i vas possen també critiques d'estrena.